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[OPINIÓN] Fagor Electrodomésticos, el final de un ciclo

Image removed.Por Joxerra Bustillo Kastrexana, periodista Todo indica que Fagor Electrodomésticos, heredera de Ulgor, cooperativa fundacional de lo que hoy conocemos como Corporación Mondragon se encamina a su cierre total y definitivo. El grupo cooperativo, que inyectó 70 millones de euros en la empresa el pasado verano, no quiere seguir manteniéndola con respiración asistida y ha decidido cortar el cable. Una medida traumática que trasciende al caso puntual de fagor y crea un precedente cara al futuro. Una de las características básicas del cooperativismo queda aparcada en aras del realismo económico y de una supuesta eficiencia. Cuando un cuerpo sangra por uno de sus órganos, la cabeza ordena despojarse del mismo para mantener sano el resto del organismo. Es lo que parece haber sopesado la cúpula de Mondragon. Suena duro, pero tal vez sea la mejor solución. Sin embargo, lo que a medio plazo puede resultar positivo, lleva aparejadas algunas variables preocupantes. La caída de Fagor Electrodomésticos puede endosar serios problemas añadidos a entidades de la Corporación como Lagun Aro EPSV y Laboral Kutxa. Tal vez lo más acertado hubiera sido operar el miembro dañado, con un bisturí bien afilado, pero salvando las líneas rentables y todo el empleo posible. No ha podido ser. Además, el colapso de Fagor Electrodomésticos puede contaminar a otras empresas del grupo cooperativo que le suministran componentes, a la propia Corporación Mondragon y su división financiera, y por ende, a la economía del país. En todo caso, la comarca de Debagoiena sufrirá de forma directa en forma de desempleo, reducción de la actividad económica y, lo que puede ser aún peor, de profundo desplome psicológico en su población. [pullquote align="left|center|right" textalign="left|center|right" width="30%"]Tal vez lo más acertado hubiera sido operar el miembro dañado, con un bisturí bien afilado, pero salvando las líneas rentables y todo el empleo posible. No ha podido ser.[/pullquote] Otro daño derivado de esta crisis, del que se habla poco, es el deterioro de la propia marca Fagor. Heredera de la primigenia Ulgor, está ligada a los orígenes del cooperativismo en Arrasate y ha dotado de prestigio y solidez a empresas que han ido surgiendo en el seno del grupo. Sin embargo, las cosas han cambiado. A partir de ahora, llevar el nombre de Fagor en la cabecera puede ser más perjudicial que beneficioso. Cooperativas que atraviesan una situación excelente, pueden quedar afectadas por emplear ese nombre. Arrasate, Automation o Ederlan son algunas de las implicadas. La solución pasa por sustituir el nombre actual por Mondragon, Orona u otro que conserve su fuerza, manteniendo el apellido. O bien por adoptar una denominación totalmente nueva, como acaba de anunciar hace escasas fechas Fagor Industrial, a partir de ahora Onnera Group. Aunque a estas alturas no sirva ni siquiera de consuelo, conviene remarcar que las dificultades de Fagor Electrodomésticos no vienen de ahora. No se trata de un accidente de tráfico, ni de simple mala suerte. Los problemas se podían vislumbrar hace ya una década. El sector en el que se asienta la firma daba muestras de agotamiento desde 2007, y la crisis de 2008/2009 no hizo sino acelerar la caída de ventas. Es entonces cuando Fagor Electrodomésticos debiera haber dado un giro estratégico para desvincularse lo máximo posible del sector de la construcción, del que dependía en exceso, pero no lo hizo. ¿Nadie pensó entonces en diversificar la producción, introduciéndose en segmentos de futuro y desechando los obsoletos? El actual presidente del Consejo General de Mondragon, Txema Gisasola, era a la sazón director general de la cooperativa. Desde 2006 a 2012 ha estado al frente de ella, por lo que debe conocer a fondo los problemas de la misma. Tal vez sea esa una de las razones por las que la Corporación no ha facilitado más financiación a Fagor, precipitando su caída y estableciendo un cordón sanitario que asegure la continuidad del resto de cooperativas del grupo. Dice Koldo Saratxaga que lo decisivo es el modelo de gestión. No importa tanto el marco legal, sea éste de sociedad anónima o cooperativa, sino cómo se gestiona la organización, la empresa. Poseer un modelo cooperativo a la hora de hacer el registro, pero funcionar en el día a día como una empresa más, en la que los gestores actúan al margen de los trabajadores, es uno de los posibles errores cometidos. Decía el alma mater de las cooperativas de Mondragon, el padre Arizmendiarrieta, que “el signo de la vitalidad no es durar, sino renacer y adaptarse”. Por desgracia, en el caso de Fagor, fundada en 1956 como Ulgor, no parece haber opción para el renacimiento, ni para la adaptación.