[important] Artículo de opinión derivado del dossier de Gaindegia:
Emigración juvenil en EH [/important]
Itsaso Estarrona Elizondo y Amaia Elorza Pinedo
Técnico de comunicación y técnico de Empleo y Vivienda
en el Consejo de Juventud de Euskadi
No existe unanimidad en cuanto a números. Como con las camisetas, hay cifras para todos los tamaños y cada persona puede elegir la que más le convenga: S, M, L, XL… Pero en vez de preocuparnos por el número de jóvenes que marchan al extranjero, ¿por qué no analizamos cómo se van? Es decir, ¿por qué se marchan? ¿en qué situación económica lo hacen? ¿a cuántos obstáculos deben hacer frente? ¿qué consecuencias tiene aquí el que se marchan? ¿qué esperanzas y desengaños tiene aquel que se va?
Preocupados/as por las invitaciones constantes a emigrar que nos llegan a los/as jóvenes, desde el Consejo de Juventud de Euskadi iniciamos a comienzos de año un estudio: ¿qué hay detrás del llamamiento a priori tan atractivo de Alemania, Brasil o Suiza? Eso es lo que quisimos averiguar, además de recoger de primera mano las experiencias de muchos jóvenes que se encuentran en el extranjero o que desearían irse.
¿Cómo? Por un lado, hemos puesto en marcha el blog sosgazteak.org, para que quien quiera pueda opinar o contarnos su vivencia. Por otro lado, hemos organizado un encuentro sobre la emigración juvenil, para recoger opiniones de quien va a marcharse, de quien ha vuelto, de quien querría irse pero no puede y por qué no, de quien no quiere marcharse. Pero nuestro estudio ha contado con otro paso más: hemos trabajado conjuntamente con Kooperaktiboa, una asociación que recoge las experiencias de los jóvenes vascos que han emigrado. Al grano: ¿qué hemos descubierto?
RAZONES PARA EMIGRAR
Los jóvenes vascos tienen diversas razones para emigrar: aprender un idioma, tener una experiencia profesional nueva, buscar una vivencia personal, buscar una alternativa a la precariedad laboral que vivimos, huir de la grave situación de paro que vivimos en Euskal Herria y obedecer a la pregunta que muchos/as no paramos de escuchar: y tú, siendo tan joven, ¿cómo así no te vas al extranjero?
Pero, sobre todo, cada vez son más los jóvenes vascos que se marchan huyendo del negro panorama que vivimos. Y eso es lo que debería preocupar a las administraciones y hacerlas reaccionar: la triste realidad de que la mayoría de los/as jóvenes vascos/as se marchan por obligación.
TIPO DE PERSONA QUE EMIGRA
Cuando se habla de emigración juvenil, a muchas personas nos viene a la cabeza el fenómeno conocido como “fuga de cerebros”. Pues debemos decir que la realidad de las personas que emigra es muy diversa: hay quien ha estudiado en la universidad y quien se ha formado mediante el trabajo, quien busca su primera oportunidad laboral o quien ha trabajado durante años en Euskal Herria, quien ha encontrado trabajo desde aquí o quien se marcha a probar suerte, quien viaja gracias a la ayuda familiar o quien debe hacerlo con sus propios recursos, quien ha nacido y crecido en Euskal Herria o quien aún naciendo fuera lleva una vida aquí, quien no tiene ataduras o quien deja aquí quehaceres o deudas, quien marcha a una ciudad en concreto o quien andará dando vueltas por el país elegido… Hay de todo, por lo que si queremos afrontar el problema de la emigración juvenil, tendremos que ser conscientes de la compleja realidad que encierra.
LOS LADOS OSCUROS
En muchas ocasiones nos hacen ver los beneficios de emigrar: aprender un nuevo idioma, mejorar nuestro CV, vivir una inolvidable experiencia personal… Pero, finalmente, ¿llegamos a vivir todo eso? No, no, no. Hay casos en los que emigrar es una experiencia estupenda, no hay duda. Pero, en otros casos, los/as jóvenes nos topamos con situaciones que no preveíamos:
- No es cierto que en el extranjero podamos mejorar nuestro CV: hay veces que sí, pero muchos/as jóvenes que emigran acaban trabajando en actividades que nada tienen que ver con sus estudios (au pair, camarero/a, animador/a, limpiador/a…).
Irnos al extranjero no nos libra de la precariedad.
- No es cierto que en el extranjero podamos aprender otro idioma: muchos/as jóvenes emigran a países donde se habla el español, como a Latinoamérica.
El extranjero no es sólo Inglaterra.
- No es cierto que irse al extranjero es una buena forma de dejar atrás la pobreza: a veces, volvemos más pobres de lo que hemos ido. Puede suceder que no encontremos la oportunidad que hemos ido a buscar, por lo que volvemos sin ahorros; o puede suceder también que el sueldo no nos de para vivir de forma digna. Y es que
irse al extranjero no nos sale gratis.
- No es cierto que emigrar sea fácil: en muchos países, necesitamos un visado especial para trabajar, y si no lo logramos podemos enfrentarnos a problemas legales (deportaciones, calabozo… sí, nos ha pasado sí). Además,
el marcharnos supone la pérdida de nuestros derechos aquí, puesto que cambiamos nuestro empadronamiento y con ello la posibilidad de una percibir vivienda, el paro, el poder de voto en nuestro municipio, etc.
- No es cierto que el emigrar nos aporte una experiencia personal inolvidable, al menos no siempre. En muchos países, podemos perder derechos: hay países en los que la homosexualidad está castigada, o estén prohibidos los sindicatos, o donde las mujeres no tenemos los mismos derechos, o no se nos permite el derecho a la sanidad, o nos encontramos en mitad de conflictos políticos o militares, etc. Y es que
el extranjero no siempre es garantiza tus derechos.
- No es cierto que para los/as jóvenes sea fácil emigrar. A pesar de que la mayoría no tenemos hijos/as, la mayoría tenemos fuertes vínculos: económicos (hipoteca…), familiares (abuelos, sobrinos, pareja…), compromisos sociales (participación en asociaciones), cuadrilla (cada vez más desestructuradas). Irse al extranjero
requiere un importante esfuerzo personal.
- No es cierto que irse al extranjero facilite el encontrar luego una oportunidad laboral aquí:
cuando vuelves, aquí nada ha cambiado. Nos hacen las mismas ofertas precarias que siempre (prácticas, becas…) y los planes de empleo fomentados por la Administración nos acercan de nuevo a la idea de marcharnos, otra vez. Además, nos encontramos con varios obstáculos para poder certificar el trabajo realizado en el extranjero, y los empleos de allí no sirven para cotizar aquí.
- Y para quienes nos quedamos aquí, ¿qué? Es un problema para Euskal Herria: el envejecimiento de la población es cada vez mayor, y con esta excusa se reduce el presupuesto público dedicado a la juventud, lo que trae consigo problemas sociales como la desestructuración de las cuadrillas, la debilidad de los movimientos sociales, etc. Al fin y al cabo, una red social llena de agujeros.
De acuerdo, es cierto: no todo es negro en las experiencias de quienes emigran. Pero la mayoría de las veces se nos muestra sólo lo bonito, y también debemos conocer las sombras, para poder así afrontarlas mejor. Esto no es un cuento de aventureros: es un cuento de jóvenes vascos exiliados.