La Comisión Europea señala que algunos de nuestros rivales comerciales compiten con unos recursos primarios que Europa no tiene. Muchos compiten con mano de obra barata, algo que no queremos hacer. Y otros compiten a costa de su medioambiente, lo que no podemos aceptar. La Agenda de Lisboa dibujaba una ambiciosa visión de Europa con la prosperidad social y económica basada en el triángulo del conocimiento: investigación (creación de conocimiento), desarrollo / innovación (aplicación del conocimiento), y la educación (difusión del conocimiento).
La dirección a seguir parece clara. El diablo está, como casi siempre, en los detalles, en la implementación. El punto de referencia europeo es necesario, pero las medidas deben desarrollarse a un nivel local. Dentro de este contexto cambiante debemos preguntarnos cuál es nuestra propuesta actual como sociedad, nuestro modelo como país o nuestro diferencial como marca.
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