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Sobre nuestro concepto de I+D+i
Imanol Esnaola,
Coordinador de Gaindegia
Cabe preguntarse si existe una acepción “singular” o propia para cada implicado en tareas de I+D+i. Es decir, si ante ese ejercicio tan humano de evolucionar (aunque sea dando tumbos) podamos concebir la posibilidad de que se entienda de diferentes maneras, e incluso contradictorias.
Este comentario viene a raíz de varias conversaciones con distintas personas que, desde diferentes puntos de vista, son muy críticas con respecto a fomentar desde lo público la I+D+i en Euskal Herria. Desde aquél que me recordaba el origen armamentístico y bélico de las principales innovaciones hasta aquel que entendía que invertir recursos públicos en ello va contra el espíritu del mercado libre y del uso eficiente de los mismos.
Partiendo del hecho de que la experiencia es la base de la evolución humana, entiendo que cualquier objeción al fomento de la experimentación y la mejora está simplemente fuera de lugar. Si del uso de recursos públicos se trata, cabe preguntarse cómo actualizar la gestión social o pública en ámbitos necesitados de innovación. Otra cuestión es el hecho de que los recursos públicos haya que dirigirlos a “mejorar” las guerras, o que los recursos necesarios se dispongan a partir de fondos necesarios para mantener servicios sociales.
[pullquote align="left|center|right" textalign="left|center|right" width="30%"] Sea por la complejidad de los retos que enfrentamos, sea por el alto grado de capacitación de nuestros profesionales y el tejido empresarial, la I+D+i viene incorporada, cada vez más, a nuestro ser [/pullquote]
En pleno siglo XXI, y atendiendo a nuestra realidad social, urbanística o productiva, por ejemplo, plantear la cuestión como un dilema no tiene sustento en la realidad de Euskal Herria. Las actividades de I+D+i, así como su fomento no son una opción, sino una obligación. Sea por la complejidad de los retos que enfrentamos, sea por el alto grado de capacitación de nuestros profesionales y el tejido empresarial, la I+D+i viene incorporada, cada vez más, a nuestro ser. Nuestros retos presentes nos plantean una agenda de objetivos tal que no hay forma de abordarlo, desde una visión soberanista, sino es con más I+D+i . Ante dichos retos, sean económicos, sociales, administrativos… sólo caben dos opciones. Desarrollar nuestras respuestas y nuestra metodología (cuando sea posible) o pasar a ser clientes-dependientes de corporaciones extranjeras. Son muchos los ámbitos clave en Euskal Herria que precisan de nuestro esfuerzo innovador. Desde el tratamiento de los residuos, pasando por los programas informáticos para la participación o el desarrollo tecnológico de nuestros sectores económicos tractores… no hay manera de negar la necesidad del fomento público en I+D+i. Cabe añadir, que tampoco es posible hacerlo sin un acuerdo amplio y una supervisión pública. Teniendo el nivel de desempeño y la capacidad con la que contamos (sectores altamente concienciados de sus retos, personas e instituciones capacitadas…) resulta inconcebible pensar en no hacer uso de todo ello, menos aún en su préstamo a agentes extranjeros. Así mismo, esperar a que terceros encuentren la forma de solucionar nuestros retos sea en el ámbito de la atención sanitaria, en el desarrollo integral de las áreas rurales, en el desarrollo de nuevas tecnologías o en energías renovables, nos llevaría, en muchos casos, a esperar in seculam seculorum, y en otros a la dependencia tecnológica, además de un importante desembolso económico. Entiendo, por tanto, que al igual que Euskal Herria conforma un nodo dentro de una gran red mundial, podemos llegar a desarrollar una estrategia de I+D+i desde nuestras necesidades locales y con compromiso global. Seguramente puede ser la manera de presentarse ante la sociedad global mostrando lo que somos capaces de hacer y ofrecer. Por tanto, la I+D+i en nuestro caso, tiene un componente económico, social y soberanista. Dicho esto, es preciso recordar que estas actividades también requieren de metodologías inclusivas que permitan la participación, la colaboración y la transferencia de conocimientos entre actores de distintos territorios. Actualmente sufrimos excesivamente de limitaciones administrativas y culturales. Todo ello, inevitablemente, precisa de una estrategia de país en I+D+i que integre a un tiempo la rentabilidad productiva y la social, y que además, como valor añadido, generaría empleo de calidad.