La Ordenación del Territorio, así como su planificación, a menudo son presentadas desde una perspectiva reducida. Enfocar la cuestión hacia lo medioambiental o lo exclusivamente económico es algo que uno puede observar continuamente. Es decir, reducimos la cuestión a las obras públicas, si estas son imprescindibles o si sus consecuencias son irreversibles para el medio ambiente.
Partiendo del hecho de que el medio de Euskal Herria ha sufrido mucho, pero que al mismo tiempo no hay actividad humana sin incidir en el medio, pienso que reducir la cuestión a este tipo de temáticas no favorece el entendimiento de la cuestión en su conjunto, ni tampoco el fomento de una sensibilidad con visión de país.
Dicho de otra manera, hay muchas operaciones de OT, con consecuencias efectivas en nuestras vidas y en este particular en la (des)vertebración de Euskal Herria, de las que no hablamos o cuando lo hacemos lo hacemos sin comprender que hablamos de un fenómeno que incide directamente en lo que consideramos como nuestra nación.
Particularmente pienso que todo lo relacionado con la interacción personal, social y económica es básica para afrontar el futuro de Euskal Herria con éxito. Más allá de los marcos jurídicos que la gobiernen, Euskal Herria existirá si existe una comunidad lo suficientemente cohesionada para auto identificarse como tal. No vale retardar la intervención es este ámbito esperando a un hipotético cambio de marco.
Juan Cruz Alli (CDN) advirtió en su día sobre el peligro de no implementar programas de estudio en euskara dentro de la UPNA argumentando que de no hacerlo muchos estudiantes recurrirían a la UPV-EHU, y eso por lo visto es peor que estudiar en Colonia o Granada. Es decir, el mapa universitario vasco tiene en su base un diseño de ordenación del territorio que por parte de quienes gobiernan en Nafarroa está muy claro. Eso es una operación de OT en toda regla. ¿Sin embargo, ha habido algún cuestionamiento más allá de la reivindicación lingüística o académica en este ámbito por parte de quienes pretendemos trabajar con visión de País?
Paralelamente observamos que la UPV-EHU ha invertido un gran esfuerzo en atraer alumnos europeos dentro del programa Erasmus. Ya son miles los que han completado sus estudios en Euskal Herria. Pero resulta paradójico que a día de hoy no exista ningún programa para atraer a los cientos de jóvenes de Iparralde que emigran anualmente para completar sus estudios en alguna universidad francesa. Tampoco parece que lo haya propuesto nadie.
Entiendo que promocionar la UPV-EHU en un entorno universitario europeo es un ejercicio obligatorio, pero no lo es menos el interés por atraer precisamente aquellos ciudadanos vascos que carecen de un distrito universitario propio, como es el caso de Iparralde. No lo debiera de ser para una gran parte de la comunidad universitaria que forma la UPV-EHU. Y hablamos de Ordenación del Territorio.
Pudiéramos extender la lista de ejemplos sin límite y llegaríamos al mismo punto de partida, las operaciones que tienen incidencia en el territorio, sus gentes y su actividad cotidiana no cuentan con una reflexión lo suficientemente clara como para entender que son operaciones de (des)programación, de (des)ordenación, y que requieren nuestra atención en su justa medida. A consecuencia de todo ello una gran parte de nuestra actividad económica, social, universitaria… no se dirige a fomentar nuevos flujos que reviertan en una comunidad vasca más cohesionada, más interrelacionada. Ello no significa desperdiciar oportunidades, sino buscarlas con visión de país.
Seguramente, el hecho de reflexionar sobre nuestra actuación en este sentido nos llevará a plantearnos la necesidad de variar la agenda de nuestras inquietudes, ayudará a relativizar los impactos medioambientales o la duplicación de infraestructuras viarias, logísticas, portuarias o aéreas (también las culturales, las normativas, las formativas…). Y sobre todo nos llevará a plantearnos la cuestión con visión de país, de un país con vocación de existir en este tiempo y lugar.