El proceso de fusión de las cajas está llegando a su final, y a última hora la Caja de Ahorros de Navarra (CAN), ha optado por cerrar su trato con Caixabank. Una vez más se ha cumplido la máxima del señor Aizpun que Patxi Zabaleta nos recordó en una mesa redonda de Gaindegia, Navarra con cualquiera menos con sus consanguíneos.
Antton Olariaga lo expresó magistralmente en el pensamiento de Zakilixut (Berria egunkaria), “Ihes we CAN”, es decir, la CAN se puede escapar, y se ha escapado. Y es que ciertamente, el hecho de que la CAN pasara a formar parte de Kutxabank tenía , además de la lógica financiera de llegar a conformar un grupo más sólido, el innegable efecto de volver a dibujar una geografía peligrosa para quienes hacen negocio con la partición territorial.
Y una vez más, se ha cumplido la programación secular impuesta a Euskal Herria, que no es otra que “desprogramarla”, hacer todo lo posible para que aún en contra del sentido común no existan lazos y cooperación intervasca en ningún ámbito, no vaya a ser que los ciudadanos navarros y sus organizaciones descubran quiénes son sus verdaderos parientes.
Sin embargo, este hecho abre la puerta a que entidades con carácter local Kutxabank o la suma de Euskadiko Kutxa y Rural Kutxa ofrezcan su proyecto y sus servicios en Nafarroa Garaia con mayor fortaleza que hasta ahora, al tener a Caixabank como competidora y no una entidad de la tierra como lo fuera CAN.
Esta batalla ya no se puede ganar, pero ahora comienza la del mercado, la de ganarse la confianza de los ahorradores navarros. No cabe duda que en los tiempos que corren, una entidad sólida y con compromiso de país será bienvenida, en principio por los ahorradores abertzales (que ya son 93.000 votos) y luego ya se verá el futuro es para quien se lo trabaja. A ver si resulta que donde no querían una taza van a tomar taza y media.