Un estudio comparativo de las políticas de empleo francesas y españolas realizado por el economista Joseba Garmendia para Gaindegia (consúltese original aquí) nos dejaba una conclusión bien clara. El estado español invertía la mitad que el francés en la formación y orientación de la persona parada o demandante de empleo. Se trataba en definitiva de dos políticas bien distintas. Una, la española, dirigida a fomentar la contratación (del tipo que sea) mediante la incentivación a la empresa. Otra, la francesa, orientada a formar y acompañar al parado para volver a incorporarse al mercado de trabajo en las mejores condiciones posibles. El modelo de Lanbide de entonces (2008), era un intermedio entre ambos modelos.
Se trata en definitiva de dos formas de entender la economía y la sociedad, así como el futuro de eso que se llama el país y sus potencialidades, entre ellas el de la capacitación profesional de sus habitantes.
Sería conveniente atraer el debate social en el marco vasco a las políticas activas de empleo, sobre todo en estos tiempos de cambio que nos está tocando vivir y sufrir. ¿Cabe una salida a esta situación con una transformación de la economía sin un esfuerzo similar por la cohesión social y la capacitación de nuestros profesionales? Es posible hacerlo y al mismo tiempo evitar la exclusión profesional de miles de personas? ¿Es posible generar un estado de ánimo optimista donde ilusión, empleo y calidad… confluyan?
No parece que el paraíso exista si de trabajar se trata, pero seguramente cuanto antes se aborde esta cuestión antes encontraremos la respuesta. En Euskal Herria, el hecho de sufrir la división en dos estados nos aporta un conocimiento que de otra manera nos pudiera resultar difícilmente accesible, el modelo español no funciona, y el francés sí. ¿Por qué no estudiarlo en profundidad y analizar la forma de aplicarlo también en Hegoalde?